Roberto Cornara nació en 1961 y vivió en una pequeña casa en las
afueras de San Fernando, rodeado de metros y metros de pasto, así como también, de tóxicos que liberaba una fábrica de neumáticos situada justo
en frente, razón por la que sus piernitas mostraban dolorosos forúnculos
e infecciones.
Su padre trabajaba en una papelera para mantener a su familia y su madre se
ocupaba de criarlo a él, que era el más pequeño de sus tres hermanos.
Cuando iba a iniciar el jardín de infantes, a los 3 años, su
familia se mudó al centro de San Fernando, lo que constituyó la primera mudanza de las 11 que vivió hasta el momento.
Hizo una primaria relativamente normal, siendo un buen alumno, jugando y
peleando como todo chico con sus hermanos, bajo la tutela de su madre, quien con
el pasar de los años fue incrementando el nivel de depresión que padecía.
Curso los cinco años de secundario pero no se recibió. Colaboraba con su
padre que se dedicaba a hacer trabajos de náutica hasta que consiguió trabajo
en una financiera llamada "Charcas", en la que tenia que realizar trámites bancarios y
administrativos hasta ser ascendido a cajero en una sucursal. Sin embargo, luego de un tiempo, la misma fue cerrada por el Banco Central debido a insolvencias, resulto que detrás se escondía una causa
de estafa por parte de los dueños.
En 1998 su padre falleció y Roberto junto a su hermana Cintia decidieron
alquilar una casa de madera en la Isla del Tigre, el lugar donde su madre había
nacido y vivido hasta los 22 años.
No solo la convivencia presentaría dificultades, poca es la gente que
conoce realmente lo difícil que es vivir en el Delta del Tigre. "Vida
sacrificada" es la frase que prefieren utilizar los que alguna vez
vivieron allí o pudieron al menos experimentar un tiempo.
No solo el terreno es complicado para mantener una casa; el río, las
crecidas y el clima amenazan constantemente con llevarse todo lo que se tope a
su paso, sin tener piedad.
A lo largo de su vida vivió difíciles momentos, tanto familiares como
laborales e incluso emocionales, y de alguna forma trata de sobrellevar el día
a día cargando la mochila que a todos nos deja nuestro pasado, con la
diferencia de que su presente, con sus 54 años, un notable bajo paso y sin una carrera u oficio, no le
resulta sencillo, y mucho menos en la Isla.
En el Blog al que hemos denominado "Del otro lado del horizonte", plasmaremos -intentando ser lo más leales a la realidad-
la vida de este isleño de 54 años, en su pequeña casa al fondo del arroyo San
Carlos, en el cruce con el Rio Sarmiento. Aprenderemos como se las arregla para sobrevivir tras las dificultades que se le presentan día a día, así como también conoceremos parte de su pasado, lo que nos permitirá entender como un joven que comenzó su vida laboral en una financiera vive un presente
completamente distinto, entre barro, plantas y agua.
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